lunes, 8 de marzo de 2010
Después de cada terremoto importante, en cualquier parte del mundo, suelen aparecer en los medios las siempre impactantes fotos de los daños a la infraestructura en la zona siniestrada. Podemos así ver puentes caídos, carreteras agrietadas, muelles cubiertos de barcos varados por el consabido tsunami, gruas botadas al suelo como si estuviesen hechas con piezas de Mecano, aeropuertos con terminales inutilizadas y las demás imágenes de una infraestructura de transporte dañada o directamente destruida.
Esa es la infraestructura física tan necesaria al comercio y a la actividad económica en general. La base de la economía está justamente en esa capacidad de mover los bienes producidos y los insumos necesarios a su produccion. Desde la Revolución Industrial que la infraestructura de transporte representa el cimiento de la capacidad económica de una región o un país. A tal punto que el sempiterno símbolo de la Revolución Industrial es la locomotora de ferrocarril que une las dos bases tecnológicas de dicha revolución; el dominio del acero y la máquina a vapor, episteme del control de la termodinámica.
Pero hoy, en nuestros tan globalizados días, estamos viviendo la Revolución de la Información, construida sobre nuestra capacidad de procesar información y de transportarla rápida y económicamente a grandes distancias de manera casi instantánea. Esa es la infraestructura que es vital a nuestra economía de la información actual. No es una infraestructura que reemplaze a la de la Revolución Industrial, sino una que se le superpone.
Esta es la infraestructura que nos permite realizar transferencias electrónicas de banco a banco para pagar a proveedores, mandar boletas, facturas u OC electrónicas, pagar nuestros impuestos, mandar propuestas y el sinúmero de actividades económicas que realizamos como empresas cada día.
Pero también esta es la infraestructura que nos entrega la capacidad de realizar llamadas con los teléfonos celulares, la capacidad de conectarnos a la Internet desde cualquier café, oficina o casa, la capacidad de pagar mis cuentas desde el portal segurizado y personalizado de mi banco, de comunicarme con mis familiares y amigos por SMS, llamadas telefónicas, fijas o móviles, de actualizar mi estatus en Facebook o Twitter para difundir mis estados de ánimo, de tener largas y bizantinas discusiones en foros sobre cualquier tema que me apasione y de mantener eternos intercambios epistolares (mejor llamados e-pistolares) con mis familiares, amantes y amigos surtidos de por todo el planeta.
Toda esa infraestructura es mayormente invisible. Es una infraestructura mayormente subterránea, salvo por algunas pocas antenas que están en el techo de edificios, disfrazadas de palmeras o en la punta de algún cerro colindante. Es una infraestructura que pocos han visto y de la cual la mayor parte de la gente no tiene la más mínima sospecha. Sólo para citar un ejemplo, ¿quién ha visto o se ha imaginado las salas repletas de racks de switchs de comutación y servidores en el segundo y tercer subterráneo de la Torre ENTEL? ¿O las salas o pisos completos de los Data Centers de algunos edificios del Centro de Santiago, llenos de hileras de racks de 19" de servidores, arreglos de discos y equipos de comunicación? Sólo los que trabajamos diseñando, instalando y manteniendo dicha infraestructura hemos visto el vientre de ballena de la Revolución Informática. La gente normal sólo ve las interfaces en sus teléfonos celulares y en sus laptops, y está bien así, pues esta infraestructura debe ser invisible para ser usable.
Ahora, ¿qué pasó con esta infraestructura de la información durante el terremoto? Pasó mucho y sufrió bastantes daños, pero no se vió. No se mostraron fotos en los medios ni se vieron las imágenes de los daños. Sólo pudimos darnos cuenta de que los celulares no tenían red, de que la Internet no llegaba a las casas, de que ciertos portales ya no estaban activos, de que cierto banco no pudo realizar transacciones por muchos días, y así sucesivamente. Pero no vimos las fotos de los puentes informáticos caídos, pues las empresas fueron muy celosas en esconder los daños.
¿Qué es lo que no se vió? Y que no veremos probablemente nunca...
No se vió un enlace de fibra óptica internacional hacia Argentina cortado, que dejó a algunos proveedores de acceso Internet sin acceso internacional y a varias empresas que habían externalizado servicios de Call Center en Argentina, pues, sin dicho servicio. No se vieron hileras de racks caídos como dóminos llenos de equipos Nokia porque, de manera incomprensible en un país sísmico como el nuestro, no estaban apernados al piso o al techo. No se vió un excelente Data Center, paralizado por varios días sin energía eléctrica, en donde casi todo estaba duplicado o triplicado, salvo una componente que fue justamente la que falló en uno de los clásicos actos de Murphy, cuando el estanque de diesel para los múltiples generadores de las dos salas de generadores eléctricos, se rompió y vació. No se vieron los cortes a las fibras ópticas a lo largo del país, que afectaron a los Call Centers instalados en Lota, por ejemplo. No se vieron las innumerables torres de celulares que se quedaron sin electricidad por varios días, ni a las que simplemente no pudieron dar abasto en un país en donde no es un secreto para nadie que las operadoras móviles han sobrevendido su capacidad instalada. No se vieron los arreglos de discos RAID 5 con más de dos discos aterrizados, obligando a ir a buscar el respaldo a cinta más actualizado. No se vió un robot de respaldo a cinta tirado en el suelo cuando el rack en donde estaba se cayó, desalineando los cabezales lectores. Por último, tampoco se vieron las modernas oficinas de altas torres de Santiago en donde el terremoto botó al suelo la gran mayoría de los computadores personales de escritorio, dejando a muchos de ellos fuera de servicio, obligando a las empresas a mandar a su gente a trabajar desde casa. Nada de eso se vió, ni se verá en imágenes públicas. Sólo se sintieron los efectos...
Lo mismo que con la infraestructura física, la mayor parte de la infraestructura de información resistió razonablemente bien. En algunos casos hasta resistió maravillosamente bien. Pero el problema es que debiese resistir bien siempre.
En 1960 el país sufrió el famoso Terremoto de Valdivia, con su consabido maremoto, el cual lleva la dudosa distinción de ser el más grande registrado en sismógrafos por la humanidad. La zona de desastre quedó entonces completamente devastada e incomunicada. La respuesta política la realizó el Presidente Jorge Alessandri Rodríguez quien ordenó la creación del Comité Consultor de Telecomunicaciones bajo el amparo de CORFO y de cuyos trabajos naciera en 1964 la Empresa Nacional de Telecomunicaciones (ENTEL) con el objetivo expreso de asegurar las comunicaciones en el país a pesar de los sempiternos desastres que la loca geografía chilena suele entregarnos. Nunca más debía una zona del país quedar incomunicada tras un desastre, natural o no. Esa fue la lección del Terremoto de 1960.
Lección que se nos olvidó como país rápidamente, pues en 1986 ENTEL fue privatizada por el gobierno militar y pasó a ser regida por imperativos de mercado más que por objetivos de resilencia de la infraestructura. Imperativos de mercado que fuerzan a reducir costos, a eliminar redundancias y a construir sistemas baratos sin la necesaria resilencia para resistir a un desastre natural como el del 27 de febrero del presente. Esto no es una crítica a las operadoras pues para ellas está claro que es más barato demorarse una semana o más en volver a poner la infraestructura en funcionamiento que construirla de tal manera de que simplemente siga operando. La crítica no es al chancho sino a quien le da el afrecho, quien en este caso, es el Estado de Chile, quien no tiene normas lo suficientemente estrictas como para asegurar que la infraestructura de información del país siga operando.
En resumen, ¿qué grandes lecciones podemos sacar del terremoto y maremoto del 27 de febrero recién pasado?
Como empresas deberemos asegurarnos de cuantificar y mitigar los riesgos operacionales que implican estos desastres en los procesos críticos de negocio, tanto en los realizados por la misma empresa como, y quizás sobretodo, en los externalizados.
Como país deberemos asegurarnos de que las normas y regulaciones del Estado para la resilencia de la Infraestructura de Información, que aseguren su continuidad operacional, existan, sean las adecuadas y se fiscalicen con esmero. Un nuevo Comité Consultor de la Infraestructura de Información sería un buen paso, sobretodo si no tiene demasiada influencia de las operadoras y demás empresas del rubro, sino que sea más influenciado por los criterios técnicos. Tal como el Estado genera normas antisísmicas para puentes y edificios, debiese hacer lo mismo con la infraestructura invisible, pero no menos crítica para el país, de la información.
Etiquetas: daño, infraestructura, infraestructura de la información, invisible, lecciones
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6 comentarios:
Excelente ...
Como tu siento que la leccion de ENTEL para el 85 en que el pais estuvo comunicado en 4 horas gracias a la red de microondas que se instalo despues del terremotos anteriores (y que entre muchos mi padre subio a muchos cerros para su instalacion y puesta en marcha) para este terremoto estaba apagada pues ENTEL privada no tiene clientes para ella.
Por otro lado el estado no puede pagarle a una empresa una red como esta pues es un semi monopolio y esta empresa terminaria cobrado lo que quisiese....
En mi opinion personal el estado (siguiendo la tendencia del mercado... ) debiese caducar la concecion de todas la cimas de cerros que tiene ENTEL (heredada de su formacion estatal) y traspasarla a un organismo que opere nuevamente la red de microondas... ahhh... pero un momento... y el costo y el mercado... bueno esta se deberia licitar para su operacion y mantencion... de esa forma el estado podria obtener el precio adecuado para ello....
No olvidemos que olvidamos muy rapido en en 6 a~nos mas cuando el presupuesto de este pais diga 5 millones de dolares para red comunicacion de emergencia o aumento de sueldo para algun estamento del estado (educacion, salud, etc.. que pueden merecerlo) sin aumento de impuestos o modificacion de los impuestos... la red de emergencia no sale a reclamar a las calles...
Como tu mencionas... otra posibilidad es exigirles a todas las empresas de comunicacion un grado mayor de respaldo en sus comunicaciones... costos que finalmente terminaran aumentando el costo de nuestros planes de lo que sea (telefono, internet, etc)...Saludos. Rodrigo Arenas
Juan Carlos,
una excelente entrada, pero tiene muchos temas mezclados en una sola columna. Sería excelente si las pudieras separar en distintas entradas, para poder comentarlas de a una y llegar a mayor profundidad en cada una de ellas.
Un muy interesante artículo sobre el comportamiento de la Internet en Chile ex-post terremoto fue escrito por José M. Piquer en el siguiente enlace:
http://www.dcc.uchile.cl/~jpiquer/terremoto/
Como siempre unos insights muy valiosos de parte de Jo.
Muchos saludos,
Juan Carlos Barroux
El problema es que los medios de comunicación ejercen autocensura cuando sus avisadores podrían ver afectada su imagen por noticias de este tipo.
Sin embargo se ha visto mucha información al respecto proveniente de la Subtel y su -hasta hace pocas horas- subsecretario Pablo Bello, que han utilizado su sitios web y Twitter para informar, y también Twitter para enterarse directamente desde los usuarios.
El análisis de requerimientos no funcionales de sistemas de cómputo y comunicaciones debe hacerse antes de que ocurran desastres de este tipo, no reactivamente después. Pero en muchos casos, hacerlo e implantar las recomendacioens puede significar la inviabilidad presupuestal de muchos proyectos de infraestructura. Es esta la situación de ejemplo que recuerdo de Costa Rica y su monopólico ICE, donde una vez (que yo recuerde) todo el país quedó fuera de la Internet por el simple hecho de que en algún punto de la geografía de este país, las dos troncales que conectaban a la red iban por los mismos postes -aereos-. Al que remienda a la carrera, la ropa se le descose en la calle.
Carlos, tu comentario sobre la importancia de los RNF (i.e. Requerimientos No funcionales) en el diseño de los sistemas de TI es muy perspicaz pues está muy claro que el principal condicionante en el costo y dificultad del diseño de un sistema está en los RNF y no en los Requerimientos Funcionales (i.e. RF).
En nuestros países tendemos a focalizarnos en los RF cuando son los RNF, también llamados illities en inglés, los que generan los desafíos.
Ahora, por el otro lado, el otro gran error clásico en arquitectura de sistemas suele encontrarse en la definición misma del sistema, y en particular de su borde.
Por ejemplo, en el caso que ambos conocemos de ICE la definición del sistema fue sólo la de transmisión de datos y el análisis financiero debe haber sido entre el costo de implantación versus el ingreso perdido por los servicios no entregados, quizás incluyendo el costo de una eventual multa de los reguladores.
Pero, si tomo al país como sistema, el costo de tener a todo el país sin acceso a la Internet, incluyendo las pérdidas de productividad, de ventas, etc., es probablemente varios órdenes de magnitud el costo estimado por ICE para este corte.
El desafío es la responsabilidad de la gestión del riesgo técnico de infraestructura TI, en condiciones de monopolio, estatal como en el caso de ICE en Costa Rica o de facto como es el caso de Chile, por las grandes barreras de entrada naturales de la industria. Es mi opinión de que en ambos casos la solución pasa por regulación adecuada del Estado en su rol tutelar.
Muchos saludos,
Juan Carlos Barroux
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